Candela Vizcaíno.- Las ediciones de bibliofilia tal como las conocemos hoy en día se remontan a la Francia de la época romántica. Fue entonces, cuando se empezó a trabajar aunando los textos con las imágenes de artistas plásticos en unas ediciones realizadas con calidades magníficas, en tiradas muy cortas y numeradas y ya nacidas con la pretensión de conformar los volúmenes más preciados de las bibliotecas de los bibliófilos. En verdad, el país galo tiene una producción amplísima en este tipo de obras. De estas primeras ediciones hay que destacar la traducción que Mallarmé hiciera del poema de Poe El cuervo y que estaría ilustrada por Manet. Una obra que salió a la luz en 1875.
En las primeras décadas del siglo XX, Skira –el editor de los surrealistas– Kahnweiler o Vollard harán magníficas ediciones con obras de Hugué, Picasso, Gris, Matisse... donde la obra gráfica no aparece firmada y el artista plástico estampa su rúbrica en el colofón del libro, dando así no sólo unidad sino el carácter de totalidad que tienen estos libros.
No podemos pasar estas líneas sin aludir a la que quizá sea la obra emblemática del editor Vollard. En 1931 se da a conocer a los bibliófilos de todo el mundo el anuncio de la próxima aparición de La obra maestra desconocida de Balzac con trece aguafuertes de Pablo Picasso. En sus Memorias de un vendedor de cuadros, el editor describe la situación de la siguiente manera: "De todas las obras que he editado, la que intrigó más a los bibliófilos cuando se anunció fue La obra maestra desconocida de Balzac, con aguafuertes originales y grabados en madera de Picasso, entre los cuales las realizaciones cubistas se hallan junto a dibujos que recuerdan a Ingres. Pero cada nueva obra de Picasso escandaliza, hasta el día en que la admiración sigue al asombro".
En efecto, el ilustre malagueño realizó una visión muy personal de la historia del novelista francés, en la que un pintor muestra lo que era su obra desconocida. En principio, un retrato de su musa, pero lo que se visualiza en el lienzo es una amalgama de manchas y líneas en las que apenas se deja entrever un pie. Una magnífica visión de lo que sería el arte del futuro, del pasado ya, con su predominio del cubismo, primero, y la abstracción después.
Otro de los libros talismanes de esta época es, a juicio de Juan Manuel Bonet, La prose du Transiberien (uno de cuyos ejemplares se encuentra en España, concretamente, custodiado en el IVAM). Fue publicado en París en 1931 y fueron sus artífices Sonia Delaunay (ilustraciones) y Blaise Cendrars (textos) Aunque se pretendía que tuviera una tirada de 150 ejemplares, los especialistas calculan que no llegaron a hacerse más de cincuenta. El libro lo conforma un desplegable de más de dos metros de longitud y está dividido en dos bandas verticales: la de la derecha contiene el poema de Cendrars y la otra es una tira de dibujos realizados con la técnica del pouchair (con lo que cada ejemplar es único) en el que se adivina la silueta de la Torre Eiffel, icono recurrente en la obra de Sonia Delaunay.
También en las primeras décadas del siglo XX, los futuristas rusos se embarcaron en la realización de pequeñas obras con un marcado carácter artesanal, en un intento de acercar este tipo de obras tan personales al gran público. Lo que pretendían era romper el formato libro como objeto comunicador, desligarlo de su "utilidad" para convertirlo en una obra de arte autónoma. Casi todos son de muy pequeño formato, realizados con papeles toscos y baratos en los que se insertaban xilografías rústicas, textos manuscritos e, incluso, algún que otro collage. No eran realizados por editores al uso y eran los propios artistas tanto los encargados de la idea como de la ejecución material de la misma como de la distribución (la gran mayoría eran regalados) entre su círculo de amistades.
LAS FIGURAS BÍBLICAS DE VIRGIL SOLIS
Las primeras obras firmadas por Solis son de 1554. Su estilo, marcadamente decorativo y de vocación arquitectónica, sintonizó con cierta corriente en boga en el Renacimiento centroeuropeo por aquella época, que se complacía en fusionar temas y ornamentos de estirpe italiana con un gusto por lo abigarrado típicamente germánico. Su arte incorporó influencias de Durero, Beham y otros artistas. Su mejor obra son las Figuras Bíblicas del Antiguo y el Nuevo Testamento, que aquí analizamos, un proyecto gráfico sólido, quizás algo discutible bajo una óptica teológica, pero cautivador y apasionante desde la primera imagen hasta la última. LEER MÁS
LA MONUMENTAL BIBLIA DE MERIAN
En 1630 se publicaba en Estrasburgo la conocida como Biblia de Merian, la gran Biblia de Lutero con imágenes, publicada por Lazarus Zetzner, una de las editoras más importantes de Europa. Fue la primera vez que los famosos grabados al cobre del insigne artista Mateo Merian fueron insertados en el texto a dos columnas. Las planchas originales fueron posteriormente coloreadas a mano, dando a los volúmenes de las Sagradas Escrituras un relieve plástico y una hondura espiritual tan sólo comparable a los que, en su género, realizaron Durero, Cranach o Rembradt. LEER MÁS
JACQUES CALLOT, ACÉRRIMO CONTRARREFORMISTA
El célebre grabador francés Jacques Callot nació en una región de predominio católico, donde además la influencia de Roma era creciente. El propio autor formaba parte de la cofradía de la Inmaculada Concepción, e hizo causa común con el dogma de la Comunión de los Santos propugnada por el Concilio de Trento. No es extraño, pues, encontrar estos temas en su producción grabada: entre sus centenares de estampas se incluyen ciclos sobre la Virgen, o su serie sobre vidas de santos. LEER MÁS
REMBRANDT, GRABADOR DE LA BIBLIA
Rembrandt realizó más de trescientas obras sobre historias y figuras de la Biblia (entre ellas, setenta aguafuertes), dotadas de un gran sentido de la composición, una sorprendente variedad técnica y una enorme expresividad emocional. El primero de sus grabados de temática bíblica data de 1626 y el último, de 1659. Para Rembrandt, el grabado no era un mero producto derivado de sus pinturas, sino un género dotado de un valor intrínseco. Con ello, seguía los pasos de sus más célebres predecesores, como Lucas van Leyden o Alberto Durero, lo cual le reportó una considerable fama ya en su momento. LEER MÁS