Mónica Cobeta Abad.- En 1544 se publicó en Basilea la Cosmografía de Sebastian Münster (1488–1552), cartógrafo, cosmógrafo y hebraísta alemán. Fue la primera descripción del mundo en lengua alemana y una obra importante en la reaparición del pensamiento geográfico en la Europa del siglo XVI. Influyó de manera decisiva en los tratados de esta disciplina durante al menos 200 años, no en vano, se realizaron cerca de 40 ediciones entre 1544 y 1628 en diferentes idiomas: latín, francés, italiano, inglés e incluso checo, llegando a convertirse en uno de los libros más leídos de su época.
Su éxito seguramente se debió a los deslumbrantes grabados en madera realizados por artistas como Hans Holbein, Urs Graf, Hans Rudolph Manuel y David Kandel. Contiene más de 500 grabados, entre los que se encuentran 24 mapas a doble página. Las planchas de esta obra estaban grabadas siguiendo la técnica del vaciado en madera y posterior estampado en relieve. El grabado desde el siglo XV se utilizaba de una forma generalizada, con una imagen de alta precisión, aunque su elaboración era costosa y ocupaba mucho tiempo.
De especial interés para Münster fueron las imágenes de las principales ciudades de Alemania, a las que confiere un tratamiento natural y realista. Sin embargo, para sorpresa del espectador moderno, el mismo grabado ha servido para la representación de diferentes ciudades, como Basilea y Coblenza, Venecia y Frankfurt, o Milán y Boehringer.
Concebida desde la concepción copernicana de la tierra, la Cosmografía de Münster llegó a ser la más conocida y popular de las cartografías renacentistas, no sólo porque contenía los últimos mapas de muchas de las ciudades conocidas, sino también porque incluía una cantidad enciclopédica de detalles acerca tanto del mundo conocido como del desconocido. En sus 1.233 páginas abundan las xilografías sobre retratos de reyes y príncipes, descripciones de los trajes y de las ocupaciones y costumbres de los habitantes, la flora y la fauna del territorio en cuestión, monstruos, prodigios y horrores que formaban parte de las leyendas de los distintos lugares.
No obstante, lo más cercano a la verdad son las vistas de ciudades alemanas, pues respecto a lugares fuera del continente europeo se sitúa en el ámbito de la fantasía, lo que le ocasionó algunas críticas. Las ilustraciones de monstruos marinos, criaturas míticas, abominaciones y atrocidades de los pueblos paganos tienen una doble función: por un lado, atraer la atención del lector y, por otro, ensalzar los reinos de la cristiandad, destacando así la presunta superioridad de Occidente. Estas descripciones, no exentas de prejuicios, tenían su origen, principalmente, en el temor a las naciones extranjeras, de lo que el propio autor era consciente.
Münster obtuvo el material para esta obra de tres maneras. En primer lugar, acudió a todas las fuentes literarias disponibles, decantándose principalmente por las obras clásicas en detrimento de las medievales. En segundo lugar, obtuvo material manuscrito original de descripciones de paisajes, pueblos y ciudades, a partir de la correspondencia escrita que mantenía con reyes, obispos, diplomáticos e investigadores, quienes además le proporcionaban, en ocasiones, apoyo económico para el desarrollo de tan ambicioso proyecto. El resto del material lo recopiló personalmente en sus viajes (principalmente en el suroeste de Alemania, Suiza y Alsacia).
Esta gran obra la componen un total de seis libros, cada uno de ellos dedicado a una zona geográfica del mundo, salvo el primero que ofrece nociones de astronomía, matemáticas, geografía y cartografía. En el segundo libro, se detiene en Inglaterra, Escocia, Irlanda, España, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Saboya e Italia. El tercero lo dedica a Alemania, Alsacia, Suiza, Austria, Cariola, Istria, Bohemia, Moravia, Silesia, Pomerania, Prusia y Letonia. En el libro cuarto describe los países escandinavos junto con Hungría, Polonia, Lituania, Rusia, Valaquia, Bosnia, Bulgaria, Grecia y Turquía. En los dos últimos dirige su atención fuera de Europa: en el quinto libro describe Asia y América y en el sexto, África.
La comercialización de la Cosmografía de Münster en sus sucesivas reediciones fue muy significativa. La circulación de la edición en latín y en alemán se elevaba a 1800 ejemplares cada una, editándose tanto los volúmenes completos, como los mapas y otras láminas en hojas sueltas, lo que certifica la gran difusión que alcanzó.
Su éxito seguramente se debió a los deslumbrantes grabados en madera realizados por artistas como Hans Holbein, Urs Graf, Hans Rudolph Manuel y David Kandel. Contiene más de 500 grabados, entre los que se encuentran 24 mapas a doble página. Las planchas de esta obra estaban grabadas siguiendo la técnica del vaciado en madera y posterior estampado en relieve. El grabado desde el siglo XV se utilizaba de una forma generalizada, con una imagen de alta precisión, aunque su elaboración era costosa y ocupaba mucho tiempo.
De especial interés para Münster fueron las imágenes de las principales ciudades de Alemania, a las que confiere un tratamiento natural y realista. Sin embargo, para sorpresa del espectador moderno, el mismo grabado ha servido para la representación de diferentes ciudades, como Basilea y Coblenza, Venecia y Frankfurt, o Milán y Boehringer.
Concebida desde la concepción copernicana de la tierra, la Cosmografía de Münster llegó a ser la más conocida y popular de las cartografías renacentistas, no sólo porque contenía los últimos mapas de muchas de las ciudades conocidas, sino también porque incluía una cantidad enciclopédica de detalles acerca tanto del mundo conocido como del desconocido. En sus 1.233 páginas abundan las xilografías sobre retratos de reyes y príncipes, descripciones de los trajes y de las ocupaciones y costumbres de los habitantes, la flora y la fauna del territorio en cuestión, monstruos, prodigios y horrores que formaban parte de las leyendas de los distintos lugares.
No obstante, lo más cercano a la verdad son las vistas de ciudades alemanas, pues respecto a lugares fuera del continente europeo se sitúa en el ámbito de la fantasía, lo que le ocasionó algunas críticas. Las ilustraciones de monstruos marinos, criaturas míticas, abominaciones y atrocidades de los pueblos paganos tienen una doble función: por un lado, atraer la atención del lector y, por otro, ensalzar los reinos de la cristiandad, destacando así la presunta superioridad de Occidente. Estas descripciones, no exentas de prejuicios, tenían su origen, principalmente, en el temor a las naciones extranjeras, de lo que el propio autor era consciente.
Münster obtuvo el material para esta obra de tres maneras. En primer lugar, acudió a todas las fuentes literarias disponibles, decantándose principalmente por las obras clásicas en detrimento de las medievales. En segundo lugar, obtuvo material manuscrito original de descripciones de paisajes, pueblos y ciudades, a partir de la correspondencia escrita que mantenía con reyes, obispos, diplomáticos e investigadores, quienes además le proporcionaban, en ocasiones, apoyo económico para el desarrollo de tan ambicioso proyecto. El resto del material lo recopiló personalmente en sus viajes (principalmente en el suroeste de Alemania, Suiza y Alsacia).
Esta gran obra la componen un total de seis libros, cada uno de ellos dedicado a una zona geográfica del mundo, salvo el primero que ofrece nociones de astronomía, matemáticas, geografía y cartografía. En el segundo libro, se detiene en Inglaterra, Escocia, Irlanda, España, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Saboya e Italia. El tercero lo dedica a Alemania, Alsacia, Suiza, Austria, Cariola, Istria, Bohemia, Moravia, Silesia, Pomerania, Prusia y Letonia. En el libro cuarto describe los países escandinavos junto con Hungría, Polonia, Lituania, Rusia, Valaquia, Bosnia, Bulgaria, Grecia y Turquía. En los dos últimos dirige su atención fuera de Europa: en el quinto libro describe Asia y América y en el sexto, África.
La comercialización de la Cosmografía de Münster en sus sucesivas reediciones fue muy significativa. La circulación de la edición en latín y en alemán se elevaba a 1800 ejemplares cada una, editándose tanto los volúmenes completos, como los mapas y otras láminas en hojas sueltas, lo que certifica la gran difusión que alcanzó.